Con el paso de los años, nuestro cuerpo experimenta cambios naturales que afectan a nuestro metabolismo, nuestra digestión, nuestra energía y nuestra salud. Por eso, es importante adaptar nuestra alimentación a las necesidades de cada etapa de la vida y evitar aquellos alimentos que pueden perjudicarnos o envejecernos más rápido. En este artículo te contamos cuáles son los alimentos que se deben evitar después de los 40 años, según lo que dice la ciencia, y qué opciones más saludables puedes elegir para cuidar tu bienestar.
AZÚCARES
El azúcar es uno de los alimentos que se deben evitar después de los 40 años, ya que tiene efectos negativos para nuestra salud y nuestro aspecto físico. El azúcar puede provocar sobrepeso, diabetes, caries, inflamación, envejecimiento prematuro de la piel, problemas cardiovasculares y alteraciones hormonales. Además, el azúcar puede generar adicción y dependencia, lo que nos hace querer consumir más y más alimentos dulces.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, lo que equivale a unos 50 gramos al día para una persona con un peso saludable. Sin embargo, para obtener beneficios adicionales, lo ideal sería reducir el consumo a menos del 5 %. Los azúcares libres son aquellos que se añaden a los alimentos o bebidas por el fabricante, el cocinero o el consumidor, así como los azúcares presentes en la miel, los jarabes, los zumos de fruta y los concentrados de zumo de fruta.
Algunos ejemplos de alimentos con alto contenido en azúcares libres son los refrescos, los zumos envasados, los dulces, las galletas, los pasteles, los helados y los cereales azucarados. Para reducir el consumo de azúcar se recomienda leer las etiquetas de los productos y elegir aquellos que tengan menos de 5 gramos de azúcar por cada 100 gramos.
También se recomienda consumir fruta fresca en lugar de zumos o mermeladas, usar edulcorantes naturales como la stevia o el xilitol en lugar de azúcar refinado y limitar el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados.
La sal es otro de los alimentos que se deben evitar después de los 40 años, ya que puede aumentar la presión arterial, el riesgo de hipertensión y el daño renal. La sal también puede provocar retención de líquidos, hinchazón, deshidratación y pérdida de calcio en los huesos. La OMS recomienda consumir menos de 5 gramos de sal al día (aproximadamente una cucharadita) y preferiblemente sal yodada. La mayor parte de la sal que consumimos proviene de los alimentos procesados y preparados, como las sopas instantáneas, las salsas, los embutidos, los quesos o las patatas fritas.
Para reducir el consumo de sal se recomienda cocinar con hierbas aromáticas, especias o limón en lugar de sal; evitar añadir sal a la mesa; elegir alimentos frescos o congelados en lugar de enlatados o conservados; y lavar bien las verduras enlatadas o encurtidas antes de consumirlas.
GRASAS SATURADAS
Las grasas saturadas son las del tipo “malo” y se encuentran en la carne y en otros productos de origen animal, tales como mantequilla, manteca, queso y leche entera. También se encuentran en los aceites de palma y de coco, que se usan en muchos productos de panadería y bollería. Las grasas saturadas pueden elevar el colesterol malo (LDL) en la sangre, lo que puede obstruir las arterias y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La OMS recomienda reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10 % de la ingesta total de calorías. Para reducir el consumo de grasas saturadas se recomienda elegir carnes magras o blancas y quitarles la grasa visible; consumir lácteos desnatados o semidesnatados; usar aceite de oliva o de girasol en lugar de mantequilla o manteca; evitar los alimentos fritos, rebozados o empanados; y limitar el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados que contengan grasas saturadas.
CARNES ROJAS
Las carnes rojas son aquellas que provienen de animales como la vaca, el cerdo, el cordero o el caballo. Estas carnes tienen un alto contenido en proteínas, hierro y zinc, pero también en grasas saturadas, colesterol y purinas. El consumo excesivo de carnes rojas puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes, gota y algunos tipos de cáncer, como el colorrectal, el de páncreas o el de próstata.
La OMS recomienda consumir menos de 500 gramos de carne roja a la semana y evitar las carnes procesadas, como los embutidos, las salchichas o las hamburguesas. Para reducir el consumo de carnes rojas se recomienda elegir cortes magros y quitarles la grasa visible; cocinarlas al horno, a la plancha o al vapor en lugar de fritas o a la parrilla; combinarlas con verduras, legumbres o cereales integrales; y sustituirlas por otras fuentes de proteína animal más saludables, como el pescado, el pollo o el huevo.
PAPAS FRITAS
Las papas fritas son uno de los alimentos más populares y consumidos en todo el mundo, pero también uno de los más perjudiciales para nuestra salud después de los 40 años. Las papas fritas contienen altas cantidades de calorías, grasas saturadas, sal y almidón, lo que puede provocar sobrepeso, hipertensión, diabetes y problemas cardiovasculares.
Además, al freír las papas a altas temperaturas se producen sustancias tóxicas como la acrilamida, que puede ser cancerígena. Para reducir el consumo de papas fritas se recomienda evitar los restaurantes de comida rápida o los snacks envasados; prepararlas en casa con aceite de oliva o de girasol y escurrirlas bien; hornearlas o cocerlas en lugar de freírlas; añadirles hierbas aromáticas o especias en lugar de sal; y consumirlas con moderación y ocasionalmente.
BENEFICIOS DE EVITAR ESTOS ALIMENTOS DESPUÉS DE LOS 40
Evitar estos alimentos después de los 40 años puede traer muchos beneficios para nuestra salud y nuestro bienestar. Algunos de ellos son los siguientes:
- Reduce el riesgo de enfermedades: al consumir menos azúcar, sal, grasas saturadas y carnes rojas podemos prevenir o mejorar enfermedades como la obesidad, la diabetes, la hipertensión, el colesterol alto, las caries, la inflamación crónica o algunos tipos de cáncer.
- Mejora el estado de ánimo: al consumir menos azúcar podemos regular mejor nuestros niveles de glucosa en sangre y evitar los picos y las caídas que pueden afectar nuestro humor. Además, podemos liberarnos de la dependencia del azúcar y sentirnos más libres y felices.
- Aumenta la energía: al consumir menos sal podemos evitar la retención de líquidos, la hinchazón y la deshidratación que pueden provocar fatiga y cansancio. Además, podemos mejorar nuestra calidad del sueño y sentirnos más descansados y vitales.
- Potencia la belleza: al consumir menos grasas saturadas podemos mejorar el aspecto de nuestra piel, nuestro cabello y nuestras uñas. Las grasas saturadas pueden dañar el colágeno y la elastina, que son las proteínas que mantienen nuestra piel firme y elástica. Al evitar las grasas saturadas podemos prevenir o retrasar las arrugas, la flacidez y las manchas.
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Redacción de rdndigital.com
Con información de semana.com
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