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El caso de Cibell Naime ha resurgido en la memoria colectiva tras su reciente aparición en redes sociales, donde pidió perdón por un crimen que conmocionó a Venezuela hace 30 años. En 1993, Naime fue condenada por el asesinato de dos jóvenes en un inexplicable altercado que tuvo lugar por la posesión de un gato angora. Este incidente no solo dejó huella en las familias de las víctimas, sino que también se convirtió en un símbolo de la violencia que puede surgir de situaciones aparentemente triviales. La pregunta que muchos se hacen hoy es: ¿puede el paso del tiempo mitigar la gravedad de sus acciones?
La historia de Cibell Naime es un recordatorio sombrío de cómo un pequeño conflicto puede escalar a niveles irreparables. En su mensaje, Naime no solo se disculpa por lo ocurrido, sino que también reflexiona sobre su vida en prisión y los cambios que ha experimentado desde entonces. Sin embargo, sus palabras han generado una mezcla de reacciones, desde quienes creen que el perdón es necesario hasta aquellos que piensan que nunca debería ser suficiente. Este dilema moral plantea importantes cuestiones sobre la redención y el verdadero arrepentimiento.
LA REACCIÓN DE LAS REDES SOCIALES Y LA OPINIÓN PÚBLICA
Las redes sociales, que han sido el escenario principal de su reapertura al diálogo, han respondido de maneras variadas. Algunos usuarios han expresado su apoyo, sugiriendo que el perdón es parte del proceso de sanación tanto para el infractor como para las víctimas. Otros, sin embargo, han criticado la falta de sensibilidad hacia el dolor de las familias afectadas. Este debate refleja la complejidad del perdón en el contexto de crímenes violentos, especialmente cuando las heridas aún son frescas para quienes los sufrieron directamente.
El caso de Cibell Naime también ha reavivado discusiones sobre la justicia y el sistema penitenciario en Venezuela. Muchos cuestionan si la rehabilitación es realmente posible en un sistema que a menudo castiga más que corrige. Este caso, aunque particular, toca fibras sensibles en un país donde la violencia se ha normalizado y donde las historias de redención son raras. Las redes sociales se convierten en un campo de batalla de ideas donde el pasado y el presente chocan, generando un ruido difícil de ignorar.
LA HISTORIA
En 1994, Cibell tenía 18 años de edad y había aplazado el tercer año de educación secundaria, por lo que sus padres la inscribieron en un instituto de educación para adultos con el fin de que terminara sus estudios sin más retrasos. Entonces pidió a su padre comprar un gato para que le hiciera compañía, pero este se negó, sin imaginar que esa decisión cambiaría sus vidas para siempre.
En noviembre de ese año, Cibell leyó un anuncio en el periódico de una venta de mascotas, que incluía un gato angora. Al llamar al número que aparecía publicado, la atendió Miguel Tauil, abogado de 30 años de edad, dedicado junto con su socio, Juan Carlos González, de 19 años, al negocio de venta de animales de raza. Miguel le informó a Cibell que el precio del gato era de 20 mil bolívares o 118 dólares para la época, un monto bastante elevado, por lo que la joven estudiante pensó en las chequeras que su padre guardaba en una oficina de su casa. Luego de practicar por algunos días la falsificación de la firma, procedió a robar tres cheques por si arruinaba alguno.
El 4 de diciembre, Cibell llamó a Miguel Tauil para concretar la compra del gato. Al llegar a casa con el animal ella dijo que una amiga del instituto se lo había regalado. A pesar de las dudas, su padre le permitió quedárselo. Días después, Shauki Naime se dio cuenta de que le faltaban tres cheques de su talonario y que uno de ellos había sido cobrado por el monto de 20 mil bolívares. Optó por convocar a la familia, y tras preguntarles, todos negaron tener conocimiento del cheque, incluida Cibell. El hombre advirtió con castigar al responsable del robo.
LA SOLICITUD DEL DINERO
En medio de los nervios y un gran pánico porque Cibell sabía que su padre descubriría lo que había hecho, trató de recuperar el cheque. Llamó en varias oportunidades a Miguel y a Juan Carlos para pedir que se lo regresara, pero ellos respondían que ya había sido cobrado.
Entonces Cibell empezó a pedirles el dinero de vuelta, a lo cual Miguel se negó. Unos días después, en medio de la desesperación, la joven contactó a Miguel y se presentó como otra persona interesada en adquirir cachorros de perro salchicha. Él la citó en su casa para que viera los perros en venta y eligiera el que más le gustara. El 13 de diciembre de 1994, Cibell tomó el arma de fuego que su padre guardaba en la oficina y llegó en un taxi a la urbanización Los Naranjos, en Caracas, donde fue recibida por la mamá de Miguel Tauil, quien le ofreció café.
EL ASESINATO
“A los muchachos les inventé que la cliente era una tía mía que esperaba en la garita de vigilancia, así que salimos a buscarla en la camioneta Toyota Samurai de Miguel. Yo me senté en el asiento de atrás y antes de llegar a la entrada de la urbanización volví a pedir que me devolvieran el cheque. Como Miguel se negó, saqué la pistola que llevé de mi casa para asustarlo y obligarlo a que me diera la plata. Entonces se produjo un forcejeo en la camioneta y fue cuando le disparé en la cabeza. Cuando vi lo que había hecho me volteé hacia Juan Carlos que me miraba aterrado y le dije: ‘Perdóname, discúlpame, yo no soy mala pero no te puedo dejar vivo porque tú viste todo, entonces lo maté”, relató Cibell en una entrevista posterior.
Asustada, bajó de la camioneta y caminó hacia la salida, tomó un taxi que pasaba por el lugar y salió de la zona. Sin embargo, los vigilantes de la urbanización la habían visto, al igual que un vecino y la mamá de Miguel.
La investigación
Mientras la familia Naime salía de vacaciones a Estados Unidos, comenzaron las investigaciones del doble homicidio a cargo del comisario Leonardo Díaz Paruta, quien era jefe de la División contra Homicidios de la Policía Técnica Judicial (PTJ). En el lugar se recuperaron dos casquillos.
Miguel tenía una herida de bala en la región temporal derecha con salida por la izquierda, mientras que Juan Carlos una herida en la región occipital y el proyectil estaba alojado allí. Se determinó que el arma que se utilizó no era de alto calibre, pero los disparos fueron casi a quemarropa.
Poco a poco, los funcionarios de la PTJ descartaron las hipótesis del robo, drama pasional y otros. En enero de 1995 la familia Naime volvió a Venezuela y el doctor Shauki, padre de Cibell, siguió con la averiguación sobre el paradero de sus cheques. Fue entonces cuando descubrió que el papel moneda fue cobrado por Miguel Tauil.
El hombre encontró el número de teléfono de la familia Tauil y llamó preguntando por Miguel. Le informaron que había muerto, pero se apresuraron a preguntarle si llamaba con respecto a la compra de algún animal. En ese momento Shauki recordó al gato de Cibell y preguntó si vendían gatos. Al escuchar la afirmación dedujo que Cibell había robado el cheque para comprar el animal.
En la PTJ, el comisario Díaz Paruta estaba cerca de descubrir quién era la mujer que asesinó a los dos hombres en una camioneta en la urbanización Los Naranjos.
El arresto
El 19 de enero de 1995, la policía se presentó en casa de los Naime y detuvieron a toda la familia. A Cibell la encontraron golpeada, con la cara hinchada y el ojo izquierdo con un hematoma que impedía la apertura ocular. Shauki le hizo saber a la policía que no era necesario el operativo ni la investigación porque él ya había “resuelto” lo de los cheques, pero se sorprendió cuando le aclararon que se investigaba un doble homicidio y que su hija Cibell era la principal sospechosa.
En el interrogatorio, Cibell aseguró que su padre la había golpeado días antes, cuando descubrió lo del robo de los cheques. Al ser preguntada por el homicidio, lo confesó: “Tenía que matarlos porque mi papá me jodía”. La joven cumplió parte de la condena en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF), en Los Teques, y en la cárcel de mujeres del estado Guárico.
Tras 11 años de prisión, el juez Maikel Moreno, quien fue después presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), le dio libertad condicional en 2006. Posteriormente, el 6 de marzo de 2022, cumplió su pena, obtuvo la libertad absoluta y se exilió en el Líbano.
LA BÚSQUEDA DE REDENCIÓN: ¿UN CAMINO POSIBLE?
La aparición de Cibell en redes sociales plantea la pregunta de si es posible encontrar un camino hacia la redención tras haber cometido actos tan atroces. Su mensaje de perdón podría ser interpretado como un intento genuino de reconciliación, pero también como un intento de disminuir la carga que su pasado le impone. En este contexto, muchos se preguntan si el arrepentimiento es suficiente para borrar el sufrimiento infligido a otros, o si, por el contrario, el deber de recordar y no olvidar es más fuerte que cualquier intento de disculpa.
La historia de Cibell Naime es, en última instancia, una historia de dualidades: el amor por un animal que desencadenó una tragedia, la búsqueda de perdón en un mar de dolor y la lucha entre la justicia y la redención. A medida que el caso sigue resonando en las mentes de quienes lo conocen, se convierte en un espejo de la sociedad actual, donde el pasado y el presente continúan influenciándose mutuamente. La reflexión sobre el perdón, la violencia y la justicia es más relevante que nunca.
¿Y TÚ QUE OPINAS?
¿Crees que Cibell Naime merece el perdón tras 30 años? ¿Qué opinas sobre la influencia de las redes sociales en este tipo de casos? ¿Es posible la redención para alguien que ha cometido un crimen violento? ¿Cómo debería la sociedad abordar el tema del perdón en crímenes tan graves? ¿Qué lecciones podemos aprender de esta tragedia sobre la violencia y el arrepentimiento? Déjanos tus comentarios y comparte este artículo con tus amigos.
Espero que hayas disfrutado de este contenido y que vuelvas pronto. Hasta la próxima.
Redacción de rdndigital.com
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Buenos días, referente al caso cibell naime yo en lo personal si creo que merece el perdon, perdono dios, Juan Pablo 2 por que yo no? Quien soy para condenar y juzgar a un semejante, ella actuo bajo la presión indirecta del padre, todo en jehova Dios se puede ojo y estoy hablando en primera persona, mil disculpa a los familiares de la victomas