¿Dolor en las piernas? ¿Sientes hormigueo al caminar? Esa incomodidad puede estar relacionada con la “claudicación intermitente” o “síndrome del escaparate”, un problema arterial que afecta a muchas personas y que puede empeorar con el tiempo. La sensación de calambres y punzadas en las piernas, que obliga a detenerse al caminar, es una señal de alerta. Este fenómeno no solo es una molestia; también es una condición que puede limitar drásticamente la movilidad y la calidad de vida de quienes la padecen.
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¿QUÉ ES LA CLAUDICACIÓN INTERMITENTE?
La claudicación intermitente se caracteriza por la falta de oxígeno en los músculos de las piernas debido a una obstrucción en las arterias. Este trastorno arterial se diferencia de otros problemas venosos como la trombosis o las varices. En el caso de la claudicación, el flujo sanguíneo se ve reducido por una acumulación de placas de colesterol “malo” (LDL), lo que disminuye el oxígeno que llega a los músculos y provoca un dolor agudo que solo desaparece al descansar. La arteriosclerosis, que produce el taponamiento de las arterias, es la principal causa de esta condición.
Este trastorno afecta a entre el 3% y el 6% de la población, con mayor prevalencia en personas mayores de 60 años. A medida que la enfermedad progresa, el dolor se presenta con mayor frecuencia y con recorridos más cortos, llegando incluso a manifestarse en estado de reposo cuando la obstrucción arterial es muy severa.
CONSECUENCIAS Y TRATAMIENTO DE LA CLAUDICACIÓN INTERMITENTE
A medida que la claudicación intermitente avanza, los pacientes ven disminuida su capacidad de desplazamiento sin dolor. En casos graves, se requiere de tratamiento médico o incluso cirugía. No obstante, alrededor del 75% de los pacientes pueden mejorar o mantenerse estables con un estilo de vida saludable sin necesidad de intervención quirúrgica. Sin embargo, cuando la obstrucción arterial es significativa o incapacita al paciente, es necesario recurrir a una intervención quirúrgica para restaurar el flujo sanguíneo adecuado en las extremidades inferiores.
El tratamiento de esta afección depende de varios factores, incluyendo el estado general de salud del paciente y el grado de progresión de la enfermedad. Los médicos suelen recomendar un enfoque integral que combine la medicación, un estilo de vida saludable y, en última instancia, la cirugía, solo en casos de alta gravedad. Este enfoque multidisciplinario es clave para mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta condición.
FACTORES DE RIESGO Y CÓMO REDUCIRLOS
Aunque existen factores de riesgo inmodificables, como los genéticos y la predisposición en hombres, la mayoría de los factores asociados con la claudicación intermitente son controlables. La hipertensión, la diabetes, el colesterol elevado y el tabaquismo son los principales detonantes. Por ejemplo, una presión arterial por encima de 140/90 mmHg requiere de un control riguroso. En personas con diabetes, es vital controlar los niveles de glucosa mediante dieta y ejercicio regular. Las personas con colesterol alto deben seguir una dieta baja en grasas y, si toman medicamentos, no omitir ninguna dosis.
Dejar de fumar es una recomendación fundamental para reducir el riesgo de obstrucción arterial, especialmente en personas menores de 50 años, ya que el tabaco es uno de los principales responsables de esta afección. Reducir estos factores de riesgo no solo previene la progresión de la claudicación intermitente, sino que mejora la salud cardiovascular en general.
CAMBIOS SIMPLES QUE PUEDEN HACER LA DIFERENCIA
Implementar pequeñas modificaciones en la rutina diaria puede ayudar a manejar los síntomas y reducir el dolor. Entre los cambios recomendados está hacer pausas de descanso cada tres a cinco minutos cuando aparezca el dolor en las piernas. Elevar la cabecera de la cama y evitar el uso de prendas que hagan presión en las piernas también son prácticas que favorecen la circulación.
Asimismo, realizar ejercicio físico moderado, como caminar o andar en bicicleta en superficies planas, al menos tres veces por semana, ayuda a fortalecer los músculos y a mejorar el flujo sanguíneo. Estos cambios, aunque simples, son esenciales para quienes padecen de claudicación intermitente, ya que permiten reducir el impacto de la enfermedad en la vida cotidiana.
¿QUÉ TE PARECE?
¿Te resulta familiar la sensación de dolor en las piernas o calambres al caminar? ¿Consideras que tus hábitos de vida podrían influir en este tipo de dolor? ¿Crees que es importante realizar chequeos médicos regulares para prevenir estas condiciones? ¿Qué cambios en tu estilo de vida estarías dispuesto a realizar para mejorar tu salud arterial? ¿Cómo crees que este tipo de información puede ayudar a quienes sufren de dolor crónico en las piernas? Déjanos tus comentarios y comparte tu experiencia con nosotros. ¡Te leemos!
Muchas gracias por leerme. Hasta pronto.
Redacción de rdndigital.com con información sabervivir.es
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