¿Sientes una necesidad irresistible de mover las piernas cuando estás en reposo? ¿Te molestan sensaciones desagradables en las extremidades inferiores, sobre todo por la noche? Si es así, es posible que padezcas el síndrome de las piernas inquietas, una enfermedad neurológica que afecta a la calidad de vida de muchas personas. En este artículo, te contamos qué es, qué lo causa, cómo se diagnostica y cómo se trata esta afección.
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE LAS PIERNAS INQUIETAS?
El síndrome de las piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno que se caracteriza por una necesidad incontrolable de mover las piernas, generalmente debido a una sensación de incomodidad, hormigueo, picor o dolor. Estas sensaciones suelen ocurrir en ambos lados del cuerpo, aunque pueden afectar más a una pierna que a otra, y también pueden presentarse en los brazos u otras partes del cuerpo.
El SPI suele aparecer o empeorar con el reposo o por la noche cuando el paciente está en la cama. El movimiento alivia temporalmente las molestias, pero estas vuelven a aparecer al poco tiempo. Esto provoca una dificultad para conciliar o mantener el sueño, lo que puede causar somnolencia diurna, cansancio, irritabilidad, depresión y problemas de concentración y memoria.
El SPI es una enfermedad crónica que puede comenzar a cualquier edad, aunque suele hacerlo en la edad adulta y empeora con el paso del tiempo. Su frecuencia e intensidad varían según los casos, desde leves y ocasionales hasta graves y diarios. Se estima que afecta al 5-10% de la población mundial, siendo más común en las mujeres que en los hombres.
¿QUÉ CAUSA EL SÍNDROME DE LAS PIERNAS INQUIETAS?
La causa exacta del SPI se desconoce, pero se cree que está relacionada con un desequilibrio en los niveles de dopamina, un neurotransmisor que interviene en el control del movimiento y las sensaciones. Algunos factores genéticos, ambientales y fisiológicos pueden influir en el desarrollo o el agravamiento del SPI.
Entre los factores genéticos, se ha identificado una predisposición hereditaria al SPI, sobre todo en los casos que se inician antes de los 40 años. Se han encontrado varios genes asociados al SPI, pero su función exacta aún no se ha esclarecido.
Entre los factores ambientales, se ha observado que el consumo de alcohol, tabaco o cafeína puede empeorar los síntomas del SPI2. También pueden influir el estrés, el sedentarismo o el cambio de horario.
Entre los factores fisiológicos, se ha comprobado que la deficiencia de hierro, la insuficiencia renal crónica, la diabetes mellitus y algunas enfermedades neurológicas como el Parkinson pueden causar o agravar el SPI. Asimismo, el embarazo, la menopausia y algunos medicamentos como los antidepresivos o los antieméticos pueden provocar un SPI transitorio o secundario.
¿CÓMO SE DIAGNOSTICA EL SÍNDROME DE LAS PIERNAS INQUIETAS?
El diagnóstico del SPI se basa principalmente en la historia clínica del paciente y en la aplicación de unos criterios diagnósticos establecidos por la International Restless Legs Syndrome Study Group (IRLSSG). Estos criterios son los siguientes:
- Necesidad urgente e irresistible de mover las piernas acompañada o causada por sensaciones desagradables.
- Aparición o empeoramiento de los síntomas con el reposo o la inactividad.
- Alivio parcial o total de los síntomas con el movimiento.
- Aparición o empeoramiento de los síntomas por la tarde o la noche.
Para confirmar el diagnóstico, se pueden realizar algunas pruebas complementarias, como un análisis de sangre para descartar una deficiencia de hierro, una prueba de función renal para detectar una insuficiencia renal, una polisomnografía para registrar los movimientos de las piernas durante el sueño o una electromiografía para medir la actividad eléctrica de los músculos.
¿CÓMO SE TRATA EL SÍNDROME DE LAS PIERNAS INQUIETAS?
El tratamiento del SPI tiene como objetivo aliviar los síntomas, mejorar la calidad del sueño y la vida del paciente y prevenir o tratar las posibles complicaciones. El tratamiento puede incluir medidas farmacológicas y no farmacológicas, según la gravedad y la frecuencia de los síntomas, las causas subyacentes y las preferencias del paciente.
Entre las medidas no farmacológicas, se recomienda adoptar hábitos de vida saludables, como evitar el consumo de alcohol, tabaco o cafeína, hacer ejercicio moderado y regular, mantener un horario de sueño regular y evitar las siestas diurnas. También se pueden aplicar masajes, estiramientos, baños calientes o fríos, compresas o estimulación eléctrica en las piernas para aliviar las molestias. Asimismo, se puede recurrir a técnicas de relajación, meditación o terapia cognitivo-conductual para reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
Entre las medidas farmacológicas, se pueden emplear diferentes tipos de medicamentos, según la respuesta y la tolerancia del paciente. Los más utilizados son los agonistas dopaminérgicos, que aumentan los niveles de dopamina en el cerebro y alivian los síntomas del SPI. Otros fármacos que se pueden usar son los opioides, los anticonvulsivos, los benzodiazepínicos o los agentes alfa-2-delta. Estos medicamentos pueden tener efectos secundarios y causar tolerancia o dependencia, por lo que deben usarse bajo supervisión médica y con precaución.
El síndrome de las piernas inquietas es una enfermedad neurológica que causa una necesidad incontrolable de mover las piernas debido a unas sensaciones desagradables que aparecen con el reposo o por la noche. Su causa exacta se desconoce, pero puede estar relacionada con un desequilibrio en los niveles de dopamina y con otros factores genéticos, ambientales y fisiológicos. El diagnóstico se basa en la historia clínica del paciente y en unos criterios diagnósticos específicos. Su tratamiento puede incluir medidas farmacológicas y no farmacológicas, según la gravedad y la frecuencia de los síntomas, las causas subyacentes y las preferencias del paciente.
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Redacción de rdndigital.com
Con información de salud180.com
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